CONTROL VS ACEPTACIÓN

Hoy vengo hablaros de uno de los principales problemas que me encuentro en la clínica y es el concepto que tiene la gente del control. Y precisamente esta necesidad de control sobre algo que no podemos controlar es la que hace que la gente pierda el control totalmente.


¿A qué quiero referirme con esto? Es muy simple, ¿Dónde depositamos ese control? ¿En los demás?, en la situación? ¿En la suerte? ¿En los resultados? Si la respuesta a todas estas preguntas es afirmativa entonces tu tendencia es a depositar el control en factores externos, lo que llamamos en psicología locus de control externo. Este tipo de perspectiva protege nuestra esencia y es adaptativo hasta cierto punto el hecho de pensar que no aprobaste ese examen por la suerte por ejemplo hace que no te sientas mal por suspender el examen, ya que aprobarlo no dependía de ti totalmente y la suerte ha sido la que ha acabado inclinando la balanza hacia el suspenso. Esto llevado al extremo podría hacer que la persona no se responsabilice de sus actos y crea que sin cambiar nada aprobará el próximo examen ya que ha sido la mala suerte en este caso la que lo ha hecho suspender, llevado a este extremo el locus de control externo impide a la persona avanzar y mejorar, ya que deposita el control de la situación, en este caso el resultado del examen, en factores externos que no puede controlar y esto suele crear una indefensión, impotencia de no poder hacer nada frente a la situación para que me entendáis.
Normalmente las personas tienden a utilizar el locus de control externo para los fracasos, para protegerse de ellos, ya que los exime de toda responsabilidad de su fracaso y evita que la persona se sienta culpable, culpa que en este caso serviría para que la persona busque respuestas y soluciones a ese suspenso, todas las emociones sirven para algo bueno, en este caso no permitir a la culpa actuar, a la larga crea que la persona no pueda progresar ya que todo es culpa de los factores externos y no de la persona.
Existen personas también que atribuyen sus logros a los factores externos, esto también impide que la persona averigüé que es lo que le ha funcionado y qué es lo que tiene que repetir en el futuro para poder tener mayor probabilidad de obtener dicho resultado, algunos lo hacen por miedo al destacar, al que dirán etc. y en este caso la emoción que no dejan que actúe es el orgullo, que también tiene su función, repetir cosas que han funcionado en el pasado.

Ahora vámonos al otro extremo ¿Depositas el control en tu esfuerzo?¿En tu capacidad?¿En tu intuición? ¿En tus experiencias?, Esto en psicología se denomina locus de control interno, como el otro también es funcional, pero hasta cierto punto, te permite buscar soluciones y mejorar cosas que no han funcionado, por ejemplo si tu pareja se enfada contigo por algo que has hecho y asumes que hay algo que has hecho mal tú y no ella, la culpa en este caso te permite ver que es lo que has hecho mal e intentar no repetirlo en el futuro, puede que decidas hablar sobre lo que ocurrió etc.
Pero ¿qué es lo que ocurre si depositamos toda la responsabilidad en nosotros mismos? que podemos entrar en un bucle infinito del cual no hay salida ya que efectivamente hay situaciones que no dependen de nosotros, volvamos al caso de la pareja, tu pareja se ha enfadado contigo y crees que hay algo que has hecho mal, intentas hablar con ella y no quiere hablar del tema, intuyes o asumes que no te estás esforzando lo suficiente en la relación, la tienes más en cuenta y rompe contigo, como sigues pensando que es por tu culpa, por no haberte esforzado suficiente y decides recuperarla, sigues intentándolo, tu pareja te dice que no es por eso que son cosas suyas y sigues empeñado en que es por algo que has hecho mal y puedes solucionar, sigues intentándolo de mil maneras diferentes y fracasas una tras otra.

¿Qué es lo que está pasando aquí? El pensar que la situación depende íntegramente de la persona hace que entre en una frustración continua, cuando realmente recuperar esa relación no depende solo de él sino también de la otra persona, en este caso, la persona es incapaz de aceptar que la situación no depende de él, que no puede controlar ni las decisiones que tome su pareja ni las emociones. Este planteamiento también impide tomar una solución correcta que en este caso es aceptar que esa situación no depende de él.



Tanto el ejemplo del examen como el de la pareja son intercambiables entre sí y los dos tienen algo en común y es el concepto de control que subyacen entre ambos. Gran parte de la población tienen este concepto algo distorsionado, unos en mayor grado que otros, y es que tenemos que empezar a cambiar la palabra control por la palabra aceptación, tenemos que empezar a diferenciar que hay factores que están en nuestra mano y factores que no lo están y no podemos pretender controlar, pero tampoco podemos entregar la llave de nuestros actos a todo lo de fuera, mucha gente vive en estos dos extremos o controlo todo y si no lo controlo me frustro o como no controlo nada no puedo hacer nada por cambiarlo.

Vamos a cambiar esta dicotomía, vamos a cambiarla por: hay factores que puedo controlar y hay factores que no. Vamos a cambiar la palabra control por aceptar. Vamos a cambiar de controlo la situación a acepto la situación, vamos a cambiar del no controlo nada al acepto que tengo parte de culpa en lo que pasa.
Empecemos a ver que en un examen el esfuerzo depende de ti pero la calificación no y el esfuerzo que has hecho no lo cambia nadie y la calificación una vez puesta tampoco.
Empecemos a ver que en un conflicto de pareja lo que tu hagas depende de ti pero lo que decida o lo que piense la otra persona no depende de ti y lo que has hecho no lo va a cambiar nadie y lo que decidió o pensó la otra persona tampoco.
Empecemos a ACEPTAR que hay cosas que controlamos y cosas que no.

Cuando renunciamos al control es cuando empezamos a controlar de verdad, cuando aceptamos que hay cosas que están en nuestra mano y cosas que no es cuando realmente tenemos un control pleno de nuestras vidas.